VECINOSDEJUANAKOSLAY.COM / 02 DE OCTUBRE
Familiares, vecinos y amigos se reunieron esta tarde en una plazoleta del barrio Cruz de Piedra para rendir homenaje a Bautista Silva Funes (2) y Sofía Ojeda Silva (7), los dos hermanos asesinados por su madre, Marina Abigail Silva, el 1° de octubre del año pasado. La emotiva ceremonia estuvo marcada por el dolor, el recuerdo y el pedido de justicia.
Nancy Rosales y Nélida “Coca” De la Rocha, abuelas paternas de los pequeños, organizaron el acto en el espacio verde donde los niños solían jugar. Allí colocaron una placa con sus fotos y una dedicatoria: “A un año que a ustedes les quitaron el derecho de vivir. Siempre en nuestros corazones”. A los lados, plantaron flores amarillas y naranjas, y detrás, un árbol en su memoria.
Jonathan Funes, padre de Bautista, participó visiblemente afectado. Se lo vio sentado en silencio junto a uno de los juegos donde solía acompañar a su hijo. La ceremonia fue acompañada por el sacerdote Mauricio Verón, de la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Fátima, quien bendijo la placa y pidió por la paz de las familias.
Durante el acto, “Coca” recordó con dolor a su nieta Sofía, a quien definió como una niña dulce, obediente y muy cercana a su familia. “Amaba esta placita. Siempre decía ‘abuelita, nos vamos a mi placita’”, contó. También Nancy recordó a Bautista como un “angelito de Dios” que dejó huellas profundas en su familia.
Ambas abuelas insistieron en que no hay perdón para Silva y exigieron que sea condenada a prisión perpetua. “No entendemos cómo una madre pudo planificar y ejecutar algo tan atroz”, dijeron. Los niños dormían en la cama de su madre aquella noche, algo inusual, lo que refuerza en la familia la idea de que el crimen fue premeditado.
Durante la jornada también estuvo presente Aimará Colocho, maestra de Sofía, quien entregó a la familia un cuaderno que había quedado en la escuela. La docente la recordó entre lágrimas como una niña “tierna, afectuosa y divertida”, y señaló que sus compañeros aún la extrañan profundamente.
Colocho contó que en la escuela se organizó una suelta de globos para ayudar a los alumnos a transitar el duelo, y que en el aula se colocó una foto de Sofía donde sus compañeros le dejan cartas y pequeños regalos. “Todos los días la piensan, la extrañan y quieren jugar con ella en el patio”, expresó.
A un año del crimen que estremeció a la comunidad, el dolor sigue presente. La familia espera que se haga justicia y que Silva sea juzgada con todo el peso de la ley. Mientras tanto, en esa placita de Juana Koslay, el recuerdo de Bautista y Sofía vive entre juegos, flores y la memoria colectiva de quienes los amaron.
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